- Mirame- le digo. Y con su mirada posada en la mía, me regala una sonrisa muy especial. Jamás me cansaría de ver su cara de bobo enamorado.
-¿Me vas a extrañar?- pregunta él. La respuesta resulta ser muy obvia, por supuesto que lo voy a extrañar. Una semana sin verlo, sin esperar su llamada todas las noches y sin sus mensajitos diarios, es una eternidad.
-Sí, te voy a extrañar muchísimo- respondo tristemente. Aprieta su pecho contra el mío y me dice:
-No voy a dejar de pensar en vos-. Vuelven los besos, pero esta vez se prolongan más. Queda poco tiempo. Él me promete que me va a ver al día siguiente, antes de irse, y no se va. Quiero quedarme así para siempre. Intentamos extender los momentos, pero estos ya no se pueden estirar más. Me pide perdón, me besa apurado y se va corriendo.
-No voy a dejar de pensar en vos-. Vuelven los besos, pero esta vez se prolongan más. Queda poco tiempo. Él me promete que me va a ver al día siguiente, antes de irse, y no se va. Quiero quedarme así para siempre. Intentamos extender los momentos, pero estos ya no se pueden estirar más. Me pide perdón, me besa apurado y se va corriendo.
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